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Sucediendo

Su mano se fue.

diciembre 31, 2023

A la familia de Jesús, el niño de 12 años al que le detonó un explosivo en su mano en el sector del noroeste de Guayaquil de Ecuador, se le suma una preocupación más luego de la tragedia, el cómo costear los gastos que se han generado y que siguen creciendo en cuanto a las medicinas.

Para los allegados, las tardes llenas de desesperación empezaron el viernes 22 de diciembre en el parque contiguo a la manzana 1529 de la cooperativa La Alegría, a dos cuadras de la vivienda del menor.

Según sus familiares, el niño había salido a jugar pelota como todos los días con sus amigos. “Al ratito, nos enteramos de lo que había pasado.

Al niño, el papá lo trajo en brazos y enseguida lo trasladaron al hospital Dr. Francisco de Icaza Bustamante, pero su mano ya había sido amputada por la explosión”, relató una de las tías del menor de edad, quien prefirió no identificarse.

La mujer señaló su extremidad superior derecha, unos seis centímetros por debajo de la muñeca, como la zona afectada en el siniestro.

La familia del menor está organizando un bingo en favor de la salud del niño. Esperan donaciones de los conocidos.

“Gracias a Dios, el niño está estable. Con un ojito ve normalmente, pero la visión del otro sí ha quedado un poquito nublada, pero él está bien”, manifestó la pariente.

Hasta la publicación de esta nota, el niño aún se encontraba hospitalizado debido a las lesiones que se provocaron luego de la explosión; y su familia, por otro lado, se encontraba organizando un bingo benéfico para costear lo que todavía le falta a Jesús.

“No sabemos la fecha porque ahorita estamos recolectando lo que los vecinos nos dan o algún conocido para poder rifar”, dijo.

Pero el estruendo de la detonación alarmó a todos, incluso a Jéssica, madre de familia de un excompañero de salón de Jesús.

“Fue superfuerte el sonido, no parecía una camareta, como dicen que fue. El niño es bastante alegre y dedicado a sus estudios, nos apena”, afirma la mujer.

El parque donde sucedió, cuenta otro morador, se encuentra vacío desde que explotó el artefacto. “Ni un alma anda por aquí desde ese día. Para los niños, era religión venir a jugar en las tardes”, expresó.

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